Laura permanece sentada en el camino esperando que pase alguien. Siempre hay una encrucijada que la detiene.
Busca una sombra y espera a que alguien le diga que ahora, que el sol es más suave, y que el viento comienza a detenerse es el momento. Ahora que un manto de hojas acariciará sus pies cuando camine, ahora todo será diferente.
Hay gente que ha estado ahí antes y seguro que sabe cómo hacerlo. Sólo tiene que esperar a que pase el otoño y llegue la solución mágica a sus problemas.
Poco a poco el olor cercano de la nieve la va meciendo hasta que cae en un sueño profundo. Sueña con ese mismo árbol hace unos años y ella durmiendo debajo. Ya ha estado ahí antes ¿Cómo ha podido olvidarlo?
Está sola, no hay nadie que la enseñe el camino, pero ella camina, tranquila, aunque con miedo, pero sabe que debe hacerlo. En el sueño sus maestros se hacen a un lado para que ella pase. “El camino lo hace una sola, las respuestas están dentro, en cada encrucijada sólo encontrarás ayuda, pero nunca respuestas, las respuestas las descubres tú sola caminando”.
Laura despierta y respira despacio, invadiendo sus pulmones de esa certeza escondida estos meses. Comienza a caminar donde la vida empieza, en su interior, recuerda ese árbol, ese camino, esas piedras, pero también recuerda que su fortaleza y la fe son la ruta marcada desde el principio.