Cuando empecé mi formación en terapia Ayurveda no sabía muy bien en qué me estaba metiendo. Las palabras en sánscrito me bailaban y me costaba entender hasta qué punto yo como terapeuta podría algún día aplicar esos conocimientos con mis pacientes. Hice el curso, sudando tinta en cada examen y rememorando mis tiempos de colegio cuando repasaba una y otra vez hasta que el profesor o profesora nos pedía guardar nuestros cuadernos y apuntes y el sudor empezaba entonces a sitiarme, no me acordaba de nadaaaa.
Terminé el curso y volví a mi rutina con mi diploma de terapia ayurveda bajo el brazo, le compré un marco blanco y bonito y lo solté sobre una mesa pendiente de colgarlo en algún momento.
Los doshas me servían para hacer reír a alguna amiga ¿Vata?¿ Pita? ¿Eso qué es? Hasta que un día empecé a dar recomendaciones del Ayurveda a una paciente y me di cuenta que todas esas palabras en sánscrito estaban en algún lugar de mi cabeza esperando para manifestarse y me di cuenta que no sólo sabía, sino que también entendía y que la cosmovisión de la filosofía Ayurveda empezaba a hacer luz en mi cabeza y tenía sentido.
Desde otras prácticas y terapias siempre había entendido que si yo fluyo todo marcha a mi alrededor y eso es el Ayurveda: fluir con lo que una es, con su cuerpo, con la naturaleza, con las estaciones, con el ciclo de la vida, con el ciclo del día. Darle a tu mente, a tu cuerpo y a tu alma el alimento que necesita para estar equilibrado. Si yo como lo que necesito según mi constitución y según la estación en la que estoy y el momento del día en el que me encuentro me regalo equilibrio y bienestar. Si yo adecuo los hábitos a mis necesidades y a las demandas de la naturaleza, me regalo equilibrio y bienestar. En definitiva, el Ayurveda, además de la “Ciencia de la Vida” es un «regalo a la vida», a nuestra vida. Un regalo que le hacemos a nuestro cuerpo, a nuestra mente y a nuestro espíritu. El regalo de la belleza y el bienestar.
Sólo cuando descubrí como mi cuerpo se desintoxicaba y deshinchaba, como tenía energía que no había tenido nunca, una actitud diferente, más claridad de mente, entonces entendí la importancia del Ayurveda en la vida de las personas. Entendí el concepto de Ciencia de la Vida en toda su amplitud, la Ciencia de una vida para ser vivida con conciencia de cuerpo y salud, con vitalidad, con alegría, con entusiasmo, con ganas de ir a más, de estar mejor.
Desde entonces el placer de poder compartir mi aprendizaje con las personas que vienen a mi consulta es enorme, porque si algo tengo claro es que la vida hay que compartirla y el compromiso con el bienestar pasa por el compromiso con compartir ese bienestar con las demás personas.
(Para más información sobre cómo el Ayurveda ayuda a adelgazar visitar también el siguiente enlace: Combatir la grasa con el Ayurveda)